Entrevista de Colón con los Reyes Católicos

La huella de Cristóbal Colón se inició en 1485. En busca de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, y siguió un 20 de enero de 1486 con la primera entrevista que éstos le concedieron en el Alcázar. Donde Colón ofrecería un proyecto para crear una nueva ruta hacia las Indias por el océano Atlántico. Los expertos lo tacharon de loco.

En aquel momento, como era prioridad la conquista de Granada, el proyecto fue duramente cuestionado. Fue la reina Isabel quien concedió apoyo a Colón para su expedición. Que, aunque existen varias teorías sobre la financiación, en todo caso necesitaba su beneplácito.

Colón le propuso a los Reyes Católicos. Financiar su expedición marítima a las Indias. El proyecto no era otro que encontrar una nueva ruta. Que llegase a las costas del continente asiático, navegando hacia el occidente. Es decir, atravesando el Océano Atlántico, en esos tiempos más conocido como Mar Tenebroso.

Colón pensaba que la tierra era esférica. Y que la costa oriental de Asia podía alcanzarse fácilmente navegando hacia el oeste. Según unos cálculos erróneos que hizo sobre el perímetro del globo. Supuso que Japón se encontraba a 2.400 millas marinas de Canarias.

Las Capitulaciones de Santa Fe, son los documentos de la Real Cancillería. En los que se consignan los acuerdos que Cristóbal Colón suscribió con el rey Fernando II de Aragón y la reina Isabel I de Castilla. El 17 de abril de 1492 en la localidad de Santa Fe de la Vega, pocos meses después de la toma de Granada.

En Santa Fe, Colón se cuidó de hacer encajar su empresa. Con el clima de exaltación religiosa que acompañaba el fin de Reconquista. Según afirmó, el viaje a la India permitiría llevar ayuda a los cristianos de aquel continente, trabajar por la conversión de los infieles. Y además, utilizar los beneficios económicos de la expedición. Que se preveían ingentes, para financiar una cruzada que liberara Jerusalén de los musulmanes.

Los Reyes Católicos, se dejaron convencer e incluso aceptaron. Después de un amago de retirada por parte del genovés, las desorbitadas exigencias de éste. En términos de autoridad personal, tal como quedaron plasmadas en las Capitulaciones de Santa Fe. Sin duda debieron de pensar que poco importaban tales concesiones. En una empresa de resultado tan incierto.

Por otra parte, ésta tampoco les iba a resultar gravosa económicamente. Pues el presupuesto, de unos dos millones de maravedíes, quedaba cubierto por un préstamo realizado por un funcionario del rey, Luis de Santángel. Por la propia aportación de Colón (gracias a un préstamo particular) y por la contribución forzosa de la ciudad de Palos. Que debió proporcionar dos de las tres carabelas de la expedición.

Los consejeros de los reyes y los expertos de la junta formada en Salamanca en 1486. Se mostraban escépticos, cuando no hostiles, a un proyecto inusitado. Que contradecía muchas ideas adquiridas, incluso la letra de las Sagradas Escrituras. Basado en cálculos geográficos de lo más aventurado, sin contar que quien lo planteaba era un forastero desconocido y sin formación académica. Es cierto que los reyes no le habían dado una negativa clara, pero no cesaban de postergar su decisión. Absortos como estaban en las operaciones de la guerra de Granada y otras ocupaciones.

Colón no desfalleció y había seguido a la corte en sus constantes desplazamientos. Incluso se dice que tomó las armas en una campaña de la guerra. Pero cuando a fines de 1491, justo antes de lanzar el asalto a Granada. Los reyes lo recibieron en Santa Fe y de nuevo rehusaron garantizarle el apoyo a su empresa. El genovés decidió abandonar la corte y marchó a Huelva, al monasterio de la Rábida. Donde había recalado en la primavera de 1485 después de que los portugueses también hubieran desoído su propuesta.

La única opción que le quedaba era probar suerte en Francia, cuyo rey le había escrito invitándolo a exponerle su proyecto. Fue entonces cuando fray Juan Pérez, el monje de la Rábida que lo había acogido en 1485 y que desde el principio había creído en su plan, decidió hacer una última gestión. Pérez había sido confesor de la reina Isabel y confió que ella le atendería. En efecto, la reina lo recibió, y aquella conversación fue decisiva para que la reina volviera a llamar a Colón.

En una audiencia en Santa Fe justo después de la rendición de Granada, convenciera a los monarcas de que apoyaran su empresa. No tenemos datos precisos sobre cómo se desarrolló el encuentro, pero cabe pensar que fue en aquel momento cuando entre el navegante genovés y la Reina Católica se fraguó una conexión que tendría un efecto trascendental en la aventura del descubrimiento.

Cuando en 1492 Boabdil llora la Granada perdida, Colón ve una excelente oportunidad para ofrecer de nuevo su viaje. No ayudan nada sus pretensiones, que expone desde el comienzo como parte esencial del proyecto. Quiere ser Almirante Perpetuo, quedarse con el 10 por ciento de las riquezas encontradas y la octava parte del comercio que originen. Los Reyes no se deciden. Colón se marcha consternado. De camino le detiene un emisario real. Isabel ha visto algo en el proyecto, una intuición de estadista, un designio divino. La empresa que juntos alcanzarán se escribirá con letras de oro en la historia universal.

El gran misterio de Colón es su obstinación por esta ruta, en apariencia fruto de intuiciones y leyendas marineras. Algunas teorías atribuyen su proyecto a la existencia de un “piloto anónimo” que le confió la ruta, quizás su propio suegro, que le dejaría en herencia cartas y mapas. Otras aseguran que la certeza de Colón venía de su propia experiencia: había llegado a las Indias y conseguido regresar. Lo que es seguro es que al margen de aventuras anónimas nadie había emprendido un viaje semejante y regresado para contarlo.

La historia continuará…

Abrazo grande para todos…

 

Fuentes:

National Geographic

WikipediA, la enciclopedia libre. 

 


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